La recuperación del lugar de hijo: principales aspectos. Por Alejandro Zarankin.
- Ale Zarankin
- 5 nov
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La recuperación del lugar de hijo es uno de los conceptos basales de la Terapia Vincular - Familiar. Propone que cada persona pueda fortalecer su subjetividad conectando emocionalmente con su lugar de hijo con su familia de origen: madre, padre y hermanos.
Este fortalecimiento de la subjetividad le permite a las personas estar más confiadas para avanzar en su desarrollo y aliviar notablemente sus padecimientos. (Messing, 2007, 2011, 2017, 2020, 2023).
La historia de esta noción se remonta a los comienzos del trabajo en equipo que realizaron los creadores de la Terapia Vincular - Familiar.
C. Messing, B. Zarankin y C. Mares observaron, a partir de 1989, que en las familias que consultaban por diversas sintomatologías, los hijos adoptaban un posicionamiento de igual a igual frente a sus padres imposible de revertir. Ellos trabajaban de manera conjunta atendiendo a pacientes individuales, familias, grupos y empresas en lo que se denominaba la Organización Vincular.
Fueron comprendiendo que este posicionamiento en paridad generaba fuertes rechazos en los niños para aceptar a los padres como figuras de autoridad. Esta observación fue el puntapié inicial para las investigaciones de Messing quien acuña el concepto Simetría Inconsciente en 2007 (Messing, 2007).
Este concepto propone que los niños desde su nacimiento copian masivamente a sus padres como si estuvieran frente a un espejo, copian sus frases, actitudes, emociones, al punto de confundirse totalmente y creerse un adulto (primera dimensión). También, quedan identificados con las historias vinculares de los padres con sus propios padres actuando los mismos conflictos que quedaron sin resolver. Una segunda dimensión señala que la copia masiva genera una fantasía de paridad psíquica con los padres. Se sienten equiparados totalmente con los adultos. La tercera dimensión plantea que debido a esta mimetización con los padres, el niño se siente completo, como formando parte de un todo con sus padres. Esto dificulta su proceso de individuación y la posibilidad de internalizar a sus padres como figuras protectoras. Los lleva a sentirse autosuficientes, complemente independientes de sus padres, con la fantasía de poder todo solos. Eso conlleva una hiperexigencia con la que conviven permanentemente y que les complica el sostenimiento de proyectos y actividades. Además, les afecta su autoestima, entre otras dificultades y sintomatologías actuales (Messing, 2007, 2010, 2011, 2017, 2020, 2023).
Frente a este cambio psíquico estructural en las nuevas generaciones, Messing propone que las personas aprendan a recuperar su lugar de hijos. Ayudar a recuperar ese lugar con los padres que la Simetría Inconsciente complicó tanto, al punto de casi hacerlo desaparecer.
Recuperar el lugar de hijo incluye tres aspectos fundamentales.
El primer aspecto que propone es la reconexión emocional con los padres. Comunicar con sinceridad y respeto los sentimientos dolorosos ligados a las principales dificultades en la relación.
Es importante poder comprender internamente las dificultades que los padres tuvieron para ejercer su rol en la infancia y adolescencia de los hijos. Pero también, es fundamental poder comunicar en la realidad los sentimientos que produjeron en uno. Es en ese momento que se recupera el vínculo desde la reconexión emocional. Este es un paso más allá del entendimiento, condición indispensable pero insuficiente.
Esta reconexión emocional fortalece la propia subjetividad y permite recuperar la confianza y la autoestima de cada sujeto. (Messing, 2007, 2010, 2011, 2017, 2020, 2023).
El segundo aspecto implica restaurar la función de límite (antes llamada función paterna). La Terapia Vincular - Familiar plantea que esta función de límite se construye entre ambos padres. Es la comunicación también, el vehículo para restaurar esta función afectada por la Simetría Inconsciente que arrasó con el principio de autoridad.
Es importante para los padres poder dialogar y consensuar, en la medida de lo posible, las pautas de crianza. Incluso cuando no sea posible el acuerdo entre ellos, es valioso poder incluir una mirada comprensiva de los puntos de vista y dificultades emocionales de cada uno. Evitando la crítica desmedida, sobre todo en casos donde estén separados. Esta premisa también se aplica a los casos de padres ausentes o fallecidos.
Durante siglos la figura de autoridad estuvo asociado al padre. Por eso, es muy útil para las madres incluir esta mirada, aún en disidencia, para movilizar a los hijos. De la misma forma, si la voz materna no está incluida, la guía paterna no tendrá legitimidad.
Desde el lado de los hijos, aprender a incluir y comunicarse con el padre es fundamental. Esto suele ser mucho más arduo y trabajoso que incluir a la madre que generalmente es quien suele preguntar cómo están las cosas. Este trabajo con el padre resulta ser una de las mejores inversiones que un hijo puede hacer, porque le permite ponerse activo en su desarrollo hacia el exterior. Esto implica una expansión tanto a nivel académico, laboral y social: con las amistades y en el plano amoroso (Messing, 2007, 2010, 2011, 2017, 2020, 2023).
El tercer y último aspecto es el transgeneracional. Es crucial para los padres recuperar su lugar de apoyo con los propios padres para recuperar una autoridad posible y respetuosa (no autoritaria) con los hijos.
Recuperar el apoyo con los propios padres es revisar esa historia para rescatar ese vínculo. Esto también permite situar aquellos aspectos no resueltos o traumáticos de esa relación y la posibilidad de poder revisar ese dolor recibido. En muchas ocasiones, los propios padres están fallecidos y entonces se recurre a la imaginación para poder compartir esos sentimientos en un dialogo interno.
Cuando se alivia el sentimiento doloroso con los propios padres, muchas veces se puede observar como los hijos se van diferenciando de la identificación con esas historias y con esos personajes. Recordemos que la primera dimensión de la Simetría Inconsciente es la mimetización masiva con las historias no resueltas de padres y abuelos (Messing, 2007, 2010, 2011, 2017, 2020, 2023).
Para finalizar esta comunicación quiero ilustrar con un caso clínico que ocurrió en sólo 12 sesiones de tratamiento vincular - familiar.
La paciente tenía 50 años al llegar a la consulta. Estaba en una relación de pareja insatisfactoria (por los malos tratos entre ambos) desde hacía varios años. Cíclicamente cortaba la relación y al poco tiempo volvía con él. También, la paciente sufría de hemorragias que con cada ciclo de menstruación la dejaban anémica y muy debilitada. La intervención médica sugería realizar una histerectomía (una cirugía para extirparle el útero).
Como se trataba de problemas de pareja comenzamos a indagar en el vínculo materno. Su madre había tenido varios hijos con diferentes parejas, era muy violenta y la había dejado con el padre de la paciente desde muy pequeña. Era una madre que cíclicamente irrumpía en su vida con tratos violentos para luego volver a ausentarse. Lo que se denomina comúnmente: una madre abandónica.
Su padre sufría de alcoholismo y el verdadero cuidado vino de los abuelos paternos de la paciente. Al momento de la consulta tanto su padre como sus abuelos habían fallecido. Sólo su madre vivía.
Lo primero que se trabajó fue el paralelismo que existía entre la relación de pareja que cíclicamente se interrumpía y reanudaba al igual que la relación que la paciente tenía con su madre.
A la paciente no le sorprendió esto, pero comentó que ya había elaborado el vínculo con su madre y la había “perdonado” hacía muchos años. No había mucho para hacer por ese lado según ella.
En este punto la ayudé a conectarse con que depositaba en el vínculo de pareja esta sensación de sentirse abandonada y maltratada por su madre.
Este aspecto ilustra con mucha nitidez por qué sólo la comprensión del vínculo no es suficiente para calmar el sufrimiento. Comprender es un paso indispensable pero insuficiente para que pueda cesar la reactualización de ese vínculo con una figura del presente (en este caso con la pareja). Por eso, la recuperación del vínculo es un paso más que se apoya en la comprensión pero tiene mayor profundidad. Los hijos necesitan poder recuperar el vínculo parental para que la sensación de soledad pueda aliviarse. Además, esta recuperación tiene que continuarse a lo largo del tiempo para que no se diluyan sus efectos. El vínculo parental tiene que perdurar.
Sólo cuando no es posible recuperar el vínculo se propone significarlo y darle un sentido al dolor de esa ausencia. De esta manera, se posibilita que tenga un lugar el vínculo en ausencia, en la vida de la persona.
Comenzó entonces un intenso trabajo usando técnicas de imaginación para recuperar el vínculo con su madre. La paciente no se animaba a hacerlo en la realidad porque temía reencontrarse con ese maltrato y esa huída de ella. Se trabajó con la imaginación, convocando a sus padres y sus abuelos, para sentirse amparada por ellos. Desde ese lugar seguro, pudo expresarle a su madre el dolor por que no haya podido permanecer con ella. El miedo y enojo ante sus tratos violentos y ante sus nuevos alejamientos. También, se trabajó que exprese su frustración con su papá por no poder cuidarla él directamente sino a través de sus padres (los abuelos de la paciente). Sin embargo, el dolor más intenso era con su madre.
A medida que iba expresando el dolor a su madre, aparecía un sentimiento de alivio. Sin embargo, este sentimiento duraba poco. Le seguían viniendo imágenes violentas de su madre, gritos, huidas. Frente a esto, trabajamos que le diga a su madre que si bien estaba muy lastimada, el vínculo no se había perdido y seguía siendo su madre. Sin importar cuántas cosas se le hubiesen escapado en el camino como madre, sólo necesitaba que se disponga a escuchar ese dolor y ella se iría calmando.
Reafirmar la convicción de que el vínculo no se había perdido o dañado irreparablemente, fue crucial para que se aflojen las imágenes violentas que le aparecían a la paciente.
Paulatinamente, empezó a experimentar una notable mejoría en su estado de ánimo y a sentirse más fortalecida. Comenzó a comprender las limitaciones de su pareja y a llevar mejor esa relación. Esto permitió que ya no ocurriesen cortes en el vínculo sino más bien, momentos de distancia. Y al poco tiempo, ya no fueron necesarios tampoco.
Simultáneamente, empezaron a disminuir las hemorragias y luego de unos estudios, cambio su diagnóstico y el tratamiento médico. Ya no era necesario una cirugía que extirpase el útero, bastaría con tratar el endometrio con medicación.
Hacia la mitad del tratamiento, la paciente se sintió lista para encontrarse con su madre.
En el primer encuentro se abrazó con la madre quien se mostró más calmada dado que su hija había venido a verla. En general, era la madre quien aparecía. Le dijo que seguía siendo su hija y ella su madre, aunque haya habido mucha distancia.
La intuición de la paciente le dijo que no había espacio para expresar el enojo, al menos en los primeros encuentros. Se recurrió a expresarlo desde la imaginación.
Hubo otros aspectos que se trabajaron terapéuticamente en estas 12 sesiones, pero esto fue lo central. Fueron sobre todo las visualizaciones las que traccionaron la mejoría.
Esta viñeta clínica también permite ilustrar los aspectos de la Recuperación del lugar de hija. Se puede ver con claridad la reconexión emocional que logró la paciente al expresar internamente el enojo a su madre. Con piedad y respeto pero a su vez, con sinceridad.
Además, la restauración de la función paterna al incluir primero a su padre acompañado de sus propios padres (los abuelos de la paciente), para tener una mediación con esta madre tan difícil y atormentada.
El aspecto transgeneracional fue trabajado más adelante, cuando se profundizó con la paciente la historia de su madre con sus propios padres. Ellos eran pertenecientes a pueblos originarios. Excede el espacio de esta comunicación este capítulo del tratamiento.
Referencias Bibliográficas.
Messing, C. (2007). Desmotivación, insatisfacción y abandono de proyectos en los jóvenes: orientación vocacional y vínculos familiares. Buenos Aires: Editorial Noveduc.
Messing, C. (2010). Simetría entre padres e hijos. Efectos de la mimetización inconsciente con los adultos a nivel emocional, educativo, vocacional y social. Buenos Aires: Editorial Noveduc.
Messing, C. (2011). ¿Por qué es tan difícil ser padres hoy? Buenos Aires: Editorial Noveduc.
Messing, C. (2017). Cómo sienten y piensan los niños hoy: investigación sobre la simetría del niño con el adulto: recursos para la crianza, la eduación y la clínica de niños y jóvenes. Buenos Aires: Editorial Noveduc.
Messing, C. (2020). Terapia Vincular-Familiar. Un nuevo abordaje de las sintomatologías actuales. Buenos Aires: Editorial Noveduc.
Messing, C. (2023) Simetría del niño con el adulto como cambio de la subjetividad. Rev. De Familias y Terapias, Año 32, N°55, diciembre 2023. Páginas 96
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