Restablecimiento de la “función paterna o de corte” desde la Terapia Vincular-Familiar.

Restablecimiento de la función paterna en el caso de un padre fallecido que nunca se llegó a conocer por Alejandro Zarankin.    C concurre al tratamiento acompañada por su madre, con el objetivo de aliviar una depresión o trastorno depresivo mayor según el DSM IV. La paciente sufría fuertes inhibiciones para concentrarse, que provocaban dificultades académicas. También padecía ideas recurrentes de muerte y una problemática relación familiar con su madre y hermano.

   Al inicio del tratamiento la paciente no trabajaba. Dada la intensidad del padecimiento de C, el tratamiento incluyó desde el comienzo sesiones de psiquiatría con administración de un antidepresivo.

   El padre de la paciente había sido bombero y trabajado en una obra social como administrativo. Fue acusado de estafa a la obra social, le quitaron su rol de bombero y días de después se suicidó ahorcándose en una plaza pública de la ciudad. Esta tragedia ocurre seis meses antes del nacimiento de C, su hermano mayor tenía cinco años. Durante el velatorio, la madre se anoticia que su difunto esposo, estaba en una relación extra-matrimonial con una de las enfermeras de la obra social.

   Fue muy árido el trabajo con C en el inicio. Luego de contar como era su historia familiar, el objetivo de significar a este padre para reforzar la función paterna parecía una utopía. La paciente decía que le resultaba totalmente indiferente su padre, que nunca le había importado. Ella nunca lo había conocido físicamente, así que tampoco le afectó su ausencia. Este era el principal argumento que C esgrimía cuando intentaba avanzar por ese terreno. Aquí se puede ver “la expulsión" del padre como solución del conflicto que planteaba el dolor de no haberlo conocido.

   Durante las primeras sesiones, la madre intentó narrar, infructuosamente, un panorama “color de rosa” de la vida familiar con este padre. El tratamiento no avanzaba demasiado. Entonces C le pide a la madre que sea más honesta. No entendía como podía tener esta mirada comprensiva del padre después de todo lo que le había hecho. Reforcé este pedido de sinceridad de la hija y la madre se decidió a mostrar su dolor y frustración con el padre de sus hijos. Reconoció lo duro que fue en su momento, los largos años de enojo que tuvo, de ira por la infidelidad y por las deudas que le dejó. Recién ahí, C sincera frente a la madre y el terapeuta, que el padre siempre le había parecido un “H-D-P”. La paciente se conectó muy fuertemente con un sentimiento de angustia y alivio al decirlo.

   La semana siguiente C consiguió un trabajo y comenzó una relación de pareja. También se produjo una apertura de la paciente a contar sus dificultades para estudiar. Esto le permitió mejorar su rendimiento académico.

   Pasar de la indiferencia a sincerar el sentimiento de enojo, fue el primer paso para significar a este padre.  Un padre tan difícil por la imagen de debilidad con la que se presentaba ante su hija. Tanta debilidad le sugería este padre, a quién la perspectiva de una hija por venir no pudo frenar su decisión de quitarse la vida. Sin embargo, no dejaba de ser su único padre.

   No fue sólo azar que C haya conseguido un trabajo y comenzado una relación de pareja luego de expresar su enojo con el padre delante de su madre. Aunque subjetivamente pueda ser muy duro, C le dio más lugar a su padre responsabilizándolo de su enojo, antes que negándolo. Aquí puede verse cómo significar a este padre, aunque sea de forma negativa, reforzó la función paterna, provocando en C el efecto de avanzar en la esfera laboral, académica y afectiva. También disminuyó significativamente la depresión, sobre todo se disiparon las ideas de muerte recurrentes y las dificultades para concentrarse, lo que permitió luego de unos meses, retirar el andamio psiquiátrico. Otro cambio significativo fue que mejoró mucho la convivencia de C con su hermano y la relación con su madre.